miércoles, 8 de agosto de 2012

La no comunicación en la era de la comunicación

Corría la década del 90 y con ésta la tecnología y la buena vida. Los inventos de afuera iban y venían como moneda corriente. Los años fueron pasando y el mundo se fue tecnificando.
A la acostumbrada vida de teléfono, televisión y radio, se le sumó la computadora, un invento reciente que no ha cumplido ni los cien años de existencia desde su primera generación. Este artefacto ha venido a revolucionar la forma en la que trabajamos, nos entretenemos y se ha convertido en un aparato esencial en nuestra vida diaria. A ésta se le sumaron nuevos modos de comunicación. Estamos viviendo el “boom” de las redes sociales: el mensaje de texto, Fotolog, MSN, Facebook, Twitter, son las nuevas formas. Pero, ¿Estamos más comunicados?
A simple vista se podría decir que sí. Pero no nos quedemos con la mirada superficial, indaguemos más a fondo el tema. Como decía el semiólogo ruso Mijaíl  Bajtín: “Los géneros o clases de géneros cambian según las culturas y las épocas, algunos también desaparecen”. Pues así sucede diariamente con el surgimiento de nuevos géneros primaros[1]
Nos podemos comunicar a la distancia, informarnos, estudiar, buscar empleo y hasta conseguir pareja de forma “online”. Los libros son cada vez más dejados a un lado por la lectura del texto en la Web, y los resúmenes y facilitaciones de estudio son moneda corriente.
Haciendo un poco de historia, decimos que entre el año 2001 y 2002 surgieron los primeros sitios que fomentan redes de amigos en Internet. Con éstas tenemos la posibilidad de interactuar con otras personas aunque no las conozcamos, el sistema es abierto y se va construyendo con lo que cada suscripto a la red aporta. Además genera nuevos vínculos afectivos y de negocios.
Hoy en día vivimos acelerados, haciendo varias cosas a la vez. La madre ya no solo cocina, además se nutre de los informativos televisivos, revisa su correo electrónico y actualiza sus redes sociales. Constantemente se entra al Facebook y se inspecciona las novedades, los amigos, eventos, mensajes, etc. Estamos más y más conectados entre todos, hay una reiterada puesta en público de la vida privada, ya no hay límites. En la actualidad, se puede llegar a saber todo. Finalmente hay que sacarse de la mente la idea de mandar una carta por correo para invitar a la gente a un evento. ¿Qué es eso? Hoy se lo realiza por estas redes sociales o vía correo electrónico.
Con este ritmo de vida poco tiempo nos queda para interrelacionarnos. Es un fenómeno que se repite aquel en el que hay más contacto electrónico que personal. Se pasan el día “navegando” por la Web, pegados a la computadora. Sería absurdo negar las facilitaciones que nos dio pero también hay que tener en cuenta los “contras” que aparecen instantáneamente: ¿Con quién se quiere estar más conectado? ¿A qué precio?
Un ejemplo claro de la “híper comunicación” son los jóvenes. Entre obligaciones estudiantiles y laborales, husmean en estas concurridas redes sociales. Tienen como tres o cuatro abiertas a la vez (Twitter, Facebook, MSN, Fotolog), las actualizan y revisan. Y sin embargo cuando se los solicita en la vida real, estos responden que están muy ocupados. Es como si estuvieran poseídos por sus posesiones y al final  de cuentas ignoran lo que realmente importa.
Es oportuno recalcar el peligro que puede ser la utilización de estas redes sociales sin la debida prudencia. Así como nuestra vida se tecnifico, la forma de delinquir también. A los cotidianos se le sumaron el robo de información con distintos tipos de fines, el engaño, entre otros. Y el riesgo que puede ser que un niño este frente a una computadora sin un control a lo que puede acceder. Los nuevos modos de comunicación son muy útiles, sin embargo son una herramienta que hay que saber manejar.
Deberíamos replantearnos el lugar de la comunicación en nuestra sociedad y la forma en que nos relacionamos ya que ambas cambiaron, como así también las funciones de los medios. Entonces tendríamos que poner el acento en lo qué la gente hace cuando recibe el mensaje, en la decodificación del mismo, así como lo estudia el intelectual de la comunicación en America Latina, Martín Barbero.[2]
 Y he aquí un último punto muy interesante: la idea no es que se dejen de utilizar estos medios de comunicación, que se tire a la basura el gran avance tecnológico, si no que debemos graduar su uso, interrelacionarnos más. Es necesario cambiar esto a tiempo ya que se corre un alto riesgo de caer en una sociedad de la “híper conexión” y la no comunicación. Hay que revisar los valores, replantearnos hacia donde queremos ir.
Mientras tanto seguiremos viviendo así, acostumbrados a esta agitada vida donde “el tiempo es dinero” y donde cada vez más nos desconectamos del mundo real para conectarnos en el mundo virtual. 


[1] Bajtín, Mijaíl Mijáilovich. Critico literario, filosofo del lenguaje. Nació en Moscú el 17 de noviembre del 1895 y murió el 7 de marzo de 1975.  En: “El problema de los géneros discursivos”.
[2] Barbero, Martín: “De los medios a las mediaciones”  (1986): “…La investigación de los usos nos obliga entonces a desplazarnos del espacio de los medios al lugar en que se produce su sentido, a los movimientos sociales y de un modo especial a aquellos que parten del barrio”

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