Corría la década
del 90 y con ésta la tecnología y la buena vida. Los inventos de afuera iban y venían
como moneda corriente. Los años fueron pasando y el mundo se fue tecnificando.
A la acostumbrada
vida de teléfono, televisión y radio, se le sumó la computadora, un invento
reciente que no ha cumplido ni los cien años de existencia desde su primera
generación. Este artefacto ha venido a revolucionar la forma en la que
trabajamos, nos entretenemos y se ha convertido en un aparato esencial en
nuestra vida diaria. A ésta se le sumaron nuevos modos de comunicación. Estamos
viviendo el “boom” de las redes sociales: el mensaje de texto, Fotolog, MSN, Facebook,
Twitter, son las nuevas formas. Pero, ¿Estamos más comunicados?
A simple vista se
podría decir que sí. Pero no nos quedemos con la mirada superficial, indaguemos
más a fondo el tema. Como decía el semiólogo ruso Mijaíl Bajtín: “Los géneros o clases de géneros
cambian según las culturas y las épocas, algunos también desaparecen”. Pues así
sucede diariamente con el surgimiento de nuevos géneros primaros[1]
Nos podemos
comunicar a la distancia, informarnos, estudiar, buscar empleo y hasta
conseguir pareja de forma “online”. Los libros son cada vez más dejados a un
lado por la lectura del texto en la Web, y los resúmenes y facilitaciones de
estudio son moneda corriente.
Haciendo un poco
de historia, decimos que entre el año 2001 y 2002 surgieron los primeros
sitios que fomentan redes de amigos en Internet. Con éstas tenemos la
posibilidad de interactuar con otras personas aunque no las conozcamos, el
sistema es abierto y se va construyendo con lo que cada suscripto a la red
aporta. Además genera nuevos vínculos afectivos y de negocios.
Hoy en día vivimos
acelerados, haciendo varias cosas a la vez. La madre ya no solo cocina, además
se nutre de los informativos televisivos, revisa su correo electrónico y
actualiza sus redes sociales. Constantemente se entra al Facebook y se inspecciona
las novedades, los amigos, eventos, mensajes, etc. Estamos más y más conectados
entre todos, hay una reiterada puesta en público de la vida privada, ya no hay límites.
En la actualidad, se puede llegar a saber todo. Finalmente hay que sacarse de
la mente la idea de mandar una carta por correo para invitar a la gente a un
evento. ¿Qué es eso? Hoy se lo realiza por estas redes sociales o vía correo electrónico.
Con este ritmo
de vida poco tiempo nos queda para interrelacionarnos. Es un fenómeno que se
repite aquel en el que hay más contacto electrónico que personal. Se pasan el día
“navegando” por la Web, pegados a la computadora. Sería absurdo negar las
facilitaciones que nos dio pero también hay que tener en cuenta los “contras”
que aparecen instantáneamente: ¿Con quién se quiere estar más conectado? ¿A qué
precio?
Un ejemplo claro
de la “híper comunicación” son los jóvenes. Entre obligaciones estudiantiles y
laborales, husmean en estas concurridas redes sociales. Tienen como tres o
cuatro abiertas a la vez (Twitter, Facebook, MSN, Fotolog), las actualizan y
revisan. Y sin embargo cuando se los solicita en la vida real, estos responden
que están muy ocupados. Es como si estuvieran poseídos por sus posesiones y al
final de cuentas ignoran lo que
realmente importa.
Es oportuno recalcar
el peligro que puede ser la utilización de estas redes sociales sin la debida
prudencia. Así como nuestra vida se tecnifico, la forma de delinquir también. A
los cotidianos se le sumaron el robo de información con distintos tipos de
fines, el engaño, entre otros. Y el riesgo que puede ser que un niño este
frente a una computadora sin un control a lo que puede acceder. Los nuevos
modos de comunicación son muy útiles, sin embargo son una herramienta que hay
que saber manejar.
Deberíamos
replantearnos el lugar de la comunicación en nuestra sociedad y la forma en que
nos relacionamos ya que ambas cambiaron, como así también las funciones de los
medios. Entonces tendríamos que poner el acento en lo qué la gente hace cuando
recibe el mensaje, en la decodificación del mismo, así como lo estudia el
intelectual de la comunicación en America Latina, Martín Barbero.[2]
Y he aquí un último punto muy interesante: la
idea no es que se dejen de utilizar estos medios de comunicación, que se tire a
la basura el gran avance tecnológico, si no que debemos graduar su uso,
interrelacionarnos más. Es necesario cambiar esto a tiempo ya que se corre un
alto riesgo de caer en una sociedad de la “híper conexión” y la no
comunicación. Hay que revisar los valores, replantearnos hacia donde queremos
ir.
Mientras tanto seguiremos
viviendo así, acostumbrados a esta agitada vida donde “el tiempo es dinero” y
donde cada vez más nos desconectamos del mundo real para conectarnos en el
mundo virtual.
[1] Bajtín, Mijaíl Mijáilovich. Critico
literario, filosofo del lenguaje. Nació en Moscú el 17 de noviembre del 1895 y
murió el 7 de marzo de 1975. En: “El problema de los géneros discursivos”.
[2] Barbero, Martín: “De los
medios a las mediaciones” (1986):
“…La investigación de los usos nos obliga entonces a desplazarnos del espacio
de los medios al lugar en que se produce su sentido, a los movimientos sociales
y de un modo especial a aquellos que parten del barrio”
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